martes, diciembre 16, 2008

Exigen periodistas mexicanos respeto a libertad sindical y mejores condiciones laborales

Los periodistas en México tienen un salario mínimo que oscila entre los 157 pesos con 56 centavos (unos 4 mil 727 pesos al mes) y los 148 pesos con 5 centavos (unos 4 mil 440 pesos al mes), según la zona del país, informa Amalia Rivera, Secretaria del Exterior del Sindicato Independiente de Trabajadores de La Jornada.

Las imágenes corresponden a la concentración a favor de la libertad de expresión que se celebró el pasado 10 de diciembre de 2008 en el monumento a Francisco Zarco, en tanto que el presente post, fue actualizado el 16 de diciembre.

En el video se puede ver a Rivera, quien además expresa que algunas empresas periodísticas pagan a reporteros como auxiliares de redacción, con lo cual las percepciones de éstos son menores, sin descontar el grave problema que enfrentan quienes laboran como colaboradores.

El presente video además contiene la participación de Arturo Manzano, Secretario General del Sindicato de Trabajadores del Sol de Puebla, quien revela que los salarios llegan a estar hasta en 1 mil 500 pesos en los municipios de su estado, que aunado a los cacicazgos políticos, genera una marginación social del periodista. 

A continuación reproduzco íntegramente el documento presentado por la editora y secretaria del Exterior del Sitrajor, Amalia Rivera, titulado Los periodistas y nuestro derecho a la libertad sindical.

Por Amalia Rivera

"Desde nuestro nacimiento, hace 23 años, los miembros de el Sindicato Independiente de Trabajadores de La Jornada (Sitrajor) nos identificamos, como trabajadores de la información y la comunicación, con los asalariados e integrantes de la clase social que con su esfuerzo genera la riqueza social: el proletariado.

A lo largo de estos años hemos dedicado nuestros esfuerzos a la defensa y fortalecimiento del Contrato Colectivo de Trabajo que rige nuestra relación laboral y que es uno de los más avanzados de América Latina.

Las conquistas que hemos obtenido no han sido un regalo sino fruto de la lucha colectiva y su constante defensa; organizados, hemos alcanzado condiciones laborales y prestaciones que nos han permitido el ejercicio de nuestra profesión en condiciones laborales dignas, que van más allá de lo establecido en la Ley Federal del Trabajo (LFT).

Sin embargo, en el universo periodístico mexicano, el Sitrajor es sólo una isla, ya que la mayor parte de nuestros colegas carece de estabilidad laboral y no está sindicalizado, lo que hace más vulnerable su situación.

No sólo eso, sino que, a pesar de que la libertad sindical es un derecho humano fundamental e irrenunciable, algunos periodistas que han intentado constituir un sindicato que garantice mejores condiciones laborales y salariales, han sido despedidos.

A pesar de que la libertad sindical está reconocida en leyes, convenios y tratados nacionales e internacionales, continúa la persecución, los despidos y se boletina a los periodistas que intentan ejercer su derecho a la organización sindical, porque los dueños de los medios ven en el trabajador que exige prestaciones un peligro para su economía que se traducirá en menores ganancias.

Al amparo de interpretaciones subjetivas de la LFT, así como de abiertos contubernios con las autoridades del Trabajo, los propietarios de los medios han logrado nulificar la estabilidad en el empleo; se ha extendido el freelanceo, que ha resultado muy cómodo y económico sobre todo a las trasnacionales de la información, como a diversos medios de comunicación nacionales que lo han adoptado y ha dejado en la indefensión a un sinnúmero de periodistas.

El cada vez más acentuado proceso de precarización que se vive en México desde hace seis años, ha provocado que las condiciones laborales de los periodistas sean más frágiles que nunca, pues muchos periodistas laboran sin contrato ni prestaciones. 

Si bien existe un salario mínimo profesional para reporteros –que es de 157.56 pesos y de 148.05 según la zona del país– es ínfimo y no siempre se da, sobran casos en que el patrón lo da como mínimo y como máximo, o bien, fraudulentamente, paga al reportero, que se desempeña como tal, servicios como auxiliar de área.

Hay contratos de palabra para evitar formalizar la relación laboral, jornadas extenuantes todo el año, nulo pago de tiempo extra, contrataciones por honorarios para evadir prestaciones laborales y de seguridad social, y contratos firmados en una “hoja en blanco” o bajo amenaza de retener el salario en caso de negarse a firmar un nuevo contrato.

Las outsourcing, que permiten al patrón desconocer la relación de trabajo y ahorrarse el pago de prestaciones, y que supuestamente reducen los costos de operación de las empresas, han inundado el mercado de trabajo, incluido el de los medios, como se vio en el caso reciente de El Financiero, que despidió el pasado 23 de febrero a un grupo de periodistas en un turbio proceso de sustitución patronal. A esto se suma la existencia de los llamados “sindicatos blancos” o de “contratos de protección” que nulifican cualquier intento de organización gremial.

Los periodistas –hay que reconocerlo–, a pesar de las precarias condiciones de trabajo que padecemos, hemos rehuido integrarnos a un sindicato y hemos optado, en general, por la negociación personal con los dueños de los medios, lo cual se ha reflejado, entre otros aspectos, en las abismales diferencias de salarios entre reporteros, aun en un mismo medio.

No podemos apostar por la disolución de los sindicatos de periodistas, sería un retroceso y un triunfo del individualismo neoliberal. Tenemos que unirnos para compartir nuestras experiencias, para exigir garantías y que cese la impunidad, para hacer un seguimiento puntual de la investigación que lleven a cabo las autoridades, para desarrollar redes de protección de los periodistas como lo hacen con gran efectividad los colegas de Perú y Colombia, agrupados en sindicatos.

Como bien ha señalado la Federación Internacional de Periodistas: “no puede haber libertad de prensa si los periodistas ejercen su profesión en un entorno de temor y de pobreza”, por ello ha llegado la hora de dejar de actuar aisladamente y organizarnos, para defender nuestra vida y nuestra dignidad en el trabajo.

Hay que retomar la experiencia de nuestros colegas de Perú y Colombia, que en un escenario por demás cruel, aprendieron a protegerse unos a otros de la violencia y de la muerte, respondiendo organizadamente, a través de redes de auxilio, efectivas y solidarias.

Hay que recoger la práctica de los sindicatos de periodistas de Uruguay, Chile, Venezuela, Colombia, incansables en la lucha por alentar y capacitar a los periodistas en el conocimiento de sus derechos para detener abusos. Argentina y Uruguay han ido más allá porque las condiciones de trabajo de los periodistas se discuten con un sindicato que tiene la representación nacional de miles de trabajadores y por ende, mayor fuerza.

El 2008 ha sido un año negro para los periodistas mexicanos, pero no todo está perdido: si unimos nuestras capacidades, nuestra pasión y visión, pero sobre todo si sabemos que no estamos solos, el horizonte se abrirá en esta lucha por la democratización de la información que es un derecho social.

¡Viva la lucha sindical de los periodistas!"
Finalmente, presento la quinta parte, en donde Fernando Amezcua, Secretario del Exterior del Sindicato Mexicano de Electricistas, invita a los periodistas a trabajar unidos por la libertad de expresión, para lo cual ofrece espacios en el SME.

Cierra el acto María Eréndira Cruz Villegas, Relatora para la Libertad de Expresión y Atención a Defensoras y Defensores de los Derechos Humanos, de la CDHDF, quien destaca el papel del periodismo en la democracia.

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